ella aflora en mí.
Cada día,
cada hora,
puede que cada instante...
No sabría decir.
Suavemente la acaricio,
y ella espera mi mirada,
con recelo,
con ojos rasgados,
dorados,
hambrientos...
Yo la alimento;
me desgarra por dentro.
Intento abandonarla,
arrancarla,
alejarla de mí.
Pero su voz,
melosa y siseante.
Ella habla por mí.
Me quita la vida,
me roba mi alma,
se come mi ser...
Pero la dejo,
dejo que su veneno recorra mi piel.
Y sé que todo lo destruye,
que todo lo que toque marchita,
quizá no hoy,
ni tal vez mañana,
pero un día...
No quedará nada.
Y a pesar de todo,
yo la dejo.
La consiento,
la dejo que pasee,
que beba de mi sed,
alimentando con ansia,
lo que mañana será mi hiel.
Pero,
estúpida de mí.
¿Qué será de mi sin ti?
Única culpable.
Por ti,
que eres mi eternidad,
dejaría de ser.
Por ti moriría,
y por ti volvería a nacer.
Sé que por ti eternidad,
por ti... ¿Qué no haría?
Infinita bocanada de locura,
suspiro y aire ardiente que aplaca toda cordura.